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LA COFRADIA HERMANDAD-MILITAR DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Verdaderamente, es un poco triste el observar lo que es hoy la Compañía militar de esclavos de la Virgen del Carmen. Sólo queda un vestigio de los que fue y gracias a algunos esforzados molineses que aún sienten la nostalgia del querer hacia aquellos actos que responden a un perfecto estado del alma cristiana.

Curiosos son los datos que poseo acerca de las vicisitudes por las que ha atravesado esta cofradía, de origen inmemorial.


El dato más antiguo data del año 1742, en que unos cuantos molineses suplicaron y merecieron de la Santa Sede la expedición de una bula, erigiendo la cofradía que se llama Congregación del Orden Militar de la Beatísima Virgen María del Monte Carmelo, en la iglesia situada en el barrio de San Juan, bajo la invocación de la Virgen del Carmen.

Fray Luis Lachio, prior de la Orden carmelitana, con facultades delegadas por la Santa Sede, expidió sus Letras de Constitución en Roma el día 15 de septiembre de 1742, honrándola con las indulgencias, privilegios y otras gracias espirituales que le concedieran a la Orden carmelitanazos papas Pablo V y Clemente X, por medio de Letras en forme de Breve, dadas, respectivamente, el 30 de octubre de 1606, el 31 agosto de 1609, el 9 julio de 1614 y el 8 de mayo de 1673.

A la concesión de la bula de indulgencias siguió la presentación de las ordenanzas y constituciones que habría de seguir la cofradía. Estas ordenanzas constan de 24 constituciones, y en ellas se atiende con gran escrupulosidad todo lo que pudiera afectar al decoro personal y a la mejor expresión del rendido culto, que el fervor religioso imponía a los molineses hacia su Patrona, La Virgen del Carmen. Los jefes tenían que ser elegidos en junta general por mayoría de votos, excepción hecha del cargo de coronel, que se consideraba anexo al de corregidor de la ciudad.

Estas ordenanzas fueron aprobadas por la autoridad episcopal por auto del fiscal diocesano Dr Alonso de la Peña, el 7 de julio de 1749, y con arreglo a ellas fue nombrado, ante notario coronel de la Compañía de esclavos de la Virgen del Carmen el corregidor de la ciudad, Don Francisco López Panzano y Céspedes . Estuvieron vigentes hasta el año 1830.

Las revueltas y trastornos que sucedieron en el pasado siglo en todo el suelo patrio, y sobre todo, la invasión francesa, llevaron a la cofradía a un estado de decadencia que se temió por su suerte. En esta época tenía la cofradía un déficit de más de 6.000 reales, por lo cual muchos molineses tenían miedo el engrosar en sus filas. Para remediar estos males y conservar el sincero amor que sentían por la Virgen del Carmen, varios cofrades sometieron a la censura y aprobación de la cofradía unas nuevas ordenanzas, reformando las anteriores en lo que a la parte administrativa se refería.

Las ordenanzas se reformaron y constan de cuatro capítulos divididos en artículos que tratan del culto, de las juntas, de las obligaciones particulares de los hermanos y de las leyes penales o multas, consiguiendo que el fiscal eclesiástico de este obispado diese un dictamen de acuerdo con sus pretensiones en la parte sustancial, el 26 de junio de 1831. Pero quedaron sin resolver algunos puntos; se trató de derogar algunas prácticas antiquísimas y denominaciones inherentes a su doble calidad de cofradía, hermandad instituida para defender la religión con las armas, y el fiscal eclesiástico puso reparo a las expresiones de “paseo militar” y de que figuraran en las tales ordenanzas la parte militar y administrativa en confusa amalgama.

Esto originó una nueva exposición al prelado suscrita por el hermano caballero don Víctor Garcés de Marcilla, demostrando lo antiguo y arraigado que entre los molineses se hallaban los usos y costumbres pertenecientes a la Cofradía-Hermandad del Carmen. El entonces obispo de la diócesis, Francisco de Paula, convencido de que en las ordenanzas de 1830 no había nada contrario a los dogmas de la Iglesia, ni al derecho canónico ni civil de España, les dio su autorización aprobándolas el 8 de julio de 1862.

Honrados trabajadores, nobles y eclesiásticos se alistaban bajo la bandera del Carmen, profesando ante su Santa, la fe católica y jurando morir por la religión y defender su Virgen hasta perder la vida.

Cuando los franceses, talaron nuestros campos, incendiaron nuestras casas, sembrando por doquier la desolación y la ruina, cuatro de aquellos valerosos cofrades la llevaron en hombros al pueblecito de Piqueras. Sus efectos y papeles así como sus caudales, no pudieron sustraerse de la feroz rapiña de los invasores, y con ella se perdió el recuerdo del origen de esta hermandad militar, instituida a semejanza de las que en Italia existían entonces para la defensa de la religión.

Todos los años puede admirarse por las calles de Molina el día 16 de julio, el desfile de estas tropas, que, de magnífico uniforme rojo y blanco coronado con un alto gorro negro en la cabeza de tipo morrión y todo ello muy vistoso, dan escolta con sus desfiles a la Virgen carmelitana. Recientemente se nombró Hermano y Caballero de Honor al Príncipe Felipe, y también fue solicitado el ser incluida en las fiestas de interés turístico de la provincia (algo que ya se consiguió).

Escrito por Don Angel Fraterno

Publicado en Nueva Alcarria el 18 de julio de 1981.