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RETAZOS DE LA MUY ANTIGUA Y ESCLARECIDA REAL ARCHICOFRADÍA ORDEN MILITAR DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE LA CIUDAD DE MOLINA DE ARAGÓN.

EFEMÉRIDES EN TORNO A LAS IMÁGENES DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE ESTA COFRADÍA ORDEN MILITAR..

La proximidad de la festividad de la Virgen del Carmen -16 de Julio- y la celebración en Molina de Aragón de sus tradicionales y singulares “Fiestas del Carmen” me animan a divulgar algunas efemérides en torno a las imágenes de Nuestra Señora del Carmen.

Sabido y conjeturado de muchos es que las hipotéticas raíces remotas de esta Cofradía Orden Militar se encuentran en el Cabildo de Caballeros de Molina, fundado poco después de que el Primer Señor de Molina, Don Manrique de Lara, por cerca del año 1.139, tomase el título de tal Señor y en la Guardia de Caballeros de Doña Blanca de Molina (Quinta Señora de Molina), constituida allá por el año 1.280.

Sin embargo los antecedentes más fehacientes sobre la Institución que comento, como Cofradía-Orden-Religioso-Militar no se encuentran hasta 1690 en que, documentalmente se acredita su existencia.

En 1.728 Don Antonio Velázquez, Ilustre Caballero molinés, llevado por su devoción a la Virgen, determinó, en 19 de marzo, construir a su costa, una Iglesia en la que se rindiese culto a la Virgen del Carmen, iniciándose su edificación en el arrabal llamado de San Juan.

De la obra de Luis Díaz Milian “Cabildo de Caballeros de Molina de Aragón continuado con la Ilustre Cofradía-Orden Militar del Monte Carmelo (1.886)”, tomo los siguientes apuntes y referencias.

En el mismo año 1.728, el expresado Caballero molinés Don Antonio Velázquez, escribió a su agente en Madrid con el objeto de que se informase del mejor escultor y de mayor fama y le encargase, en su nombre, una imagen que reuniese todas las perfecciones de arte, dando el agente pronta y acertadamente tan delicada comisión al maestro escultor Don Juan Ruiz Amador, diestrísimo en el manejo del cincel, natural de la Villa de Fuentelsaz, perteneciente a la jurisdicción del Señorío de Molina.

Sabido por el maestro escultor que la imagen encargada era para su patria, trabajó con cuidadoso esmero y resultado de las vigilias del artista fue una obra de verdadero arte con esplendor material y espiritual, pues con hábil y segura mano, la imagen que allá en lo recóndito de su alma viera con los ojos de la fe, reprodujo el semblante de la más bondadosa de las madres.

Conocido era en la Corte, por sus trabajos esculturales el maestro Don Juan Ruiz Amador y frecuentado era su taller por los Caballeros aficionados a las obras de arte, por lo que muchos vieron la preciosa imagen. Entre ellos acertó a pasar por el taller el Comisario General de Portugal quien prendado de tanta belleza en la imagen, pretendió adquirirla, llegando a ofrecer cuarenta doblones más del precio estipulado, pero el maestro-artista, fiel a su compromiso y deseando que la obra más perfecta salida de sus manos y de su alma, fuese para su patria, negose terminantemente.

Terminada la imagen es recibida en Molina el día 18 de julio de 1.729 y al no estar finalizada la obra de la Iglesia del Arrabal de San Juan, es colocada provisionalmente en la casa de Don Antonio Velázquez, en un altar improvisado en el mejor aposento, siendo bendecida el día 20 del mismo mes, por el Obispo de Siguenza Ilmo. Sr.D.Francisco-José García.

En el entretanto se terminó la Iglesia y el día 24 fue bendecida en solemne ceremonia religiosa por el Señor Obispo acompañado por el Cabildo y Clero. El mismo día se convino entre Don Antonio Velázquez, a la sazón Alcalde Mayor de Molina y el Corregidor Don Isidoro Jacinto Palomino, con el beneplácito del Señor Obispo, que al siguiente día, fuese trasladada la imagen desde la casa de Don Antonio Velázquez, hasta la Iglesia de Santa María la Mayor de San Gil y así se hizo. Siendo las 12,00 de este día 26 de julio fue llevada por cuatro Capellanes Capitulares y en sentida y emotiva procesión hasta la referida Iglesia, donde fue recibida y saludada con el alegre clamoreo de las campanas y cánticos de alabanza del clero capitular y del pueblo. A las 3,00 de la tarde del mismo día, con la solemnidad acostumbrada en estos casos por el Cabildo, se cantaron vísperas y junto a todos estos cultos religiosos se dispusieron públicos festejos, celebrándose esa misma tarde, una loa y comedia, quemándose por la noche, en la Plaza Mayor una vistosa colección de fuegos artificiales.

El alegre repicar de las campanas anunció a los moradores de Molina el nuevo día 26. Por la mañana en Santa María la Mayor de San Gil celebrose la Santa Misa cantada en función solemne. Por la tarde, un poco antes de oscurecer, por disposición del Ilmo. Sr.Obispo, fue ordenada la procesión para conducir a su nueva Iglesia a la imagen de la Santísima Virgen del Carmen. Llevaba el estandarte Don Antonio González de Andrade, Marques de Villel, asistiendo toda la Comunidad de San Francisco el Real de Molina seguida del Ilustre y Antiguo Cabildo Eclesiástico presidido por el Sr. Obispo; A continuación iba Don Antonio Velázquez con su familia, cerrando la Comitiva Presidencial el Ilmo. Ayuntamiento del muy noble y leal Señorío con sus maceros. El pueblo, acompañaba con fervor, deseando todos contemplar de cerca aquel prodigio de arte que era la imagen de la Virgen. Las calles y plazas del tránsito estaban engalanadas con elegantes arcos de follage por bajo de los cuales pasaba la procesión hasta llegar al templo. Se hizo una pausa en la Plaza de San Pedro para que las religiosas de Santa Clara, desde la torre de su convento pudieran ofrecer a la Virgen sus oraciones. (De entonces data la costumbre que aun perdura, de hacer un alto la procesión del Carmen y otras, en la Plaza de San Pedro, con igual motivo). En la calle del Caballero Velázquez se disparó un vistoso árbol de fuego en cuyo remate se movían agitados por la pólvora, unos atezados negros representando los espíritus infernales manifestando el tormento que a su vista padecían.

Llegada la procesión al nuevo templo y entrada la venerada imagen, fue colocada en su altar, cantándose una salve -y allí quedó la nueva imagen en su estrenado Templo, hoy conocido como Ermita del Carmen, en el Arrabal de San Juan.

En el fragor de la Guerra de la Independencia, en febrero de 1809, teniéndose noticia en Molina de que una columna francesa salida de Guadalajara, se disponía a entrar en la capital del Señorío, los Cofrades del Carmen temerosos de que la imagen de la Virgen pudiera ser destruida, decidieron prevenirla de todos los peligros de la guerra, trasladándola al lugar de Piqueras, dejándola en su Iglesia, llevando los ángeles que rodeaban la imagen, a Campillo. Fue acertada esta prudente medida, porque poco tiempo después, en 2 de noviembre de 1810, entraron los franceses en Molina por quinta vez, solo que en esta ocasión y sedientos de venganza por la resistencia que el país les oponía, su saña no tuvo límites y las Fuerzas Francesas, al mando del General Roquet, entraron con el encargo especial del emperador de destruir Molina y cumpliendo ferozmente tal encargo procedieron a incendiar toda la Villa. Más de 600 casas ardieron, quedando aquella reducida a un montón de calcinadas ruinas, siendo la Ermita del Carmen uno de los edificios afectados por el incendio.

Finalizada la Guerra, decidieron los Caballeros del Carmen retornar a Molina, la imagen de la Virgen y los angelillos, organizándose al efecto, espontáneamente, una procesión en todo el camino. Llegada la imagen a Molina fue colocada provisionalmente en el Oratorio de los padres de San Felipe Neri hasta que se concluyese la reconstrucción de la Ermita del Carmen. Ya estaba otra vez la venerada imagen en Molina con gran alegría y regocijo de todos.

Concluidas las obras de restauración de la Ermita en 29 junio de 1819, resolvieron los Cofrades del Carmen trasladar la imagen a su propio templo lo que se hizo solemnemente el día de su festividad, 16 de julio de aquel año, con la misma magnificencia, cultos y fiestas de todos los tiempos.

En la procesión participaron el Ilustrísimo Ayuntamiento, la Comunidad de San francisco, el Cabildo Eclesiástico, los Padres del Oratorio de San Felipe Neri, los Caballeros Cofrades y todo el pueblo.

Finalizó la procesión en la Ermita del Carmen y allí quedó otra vez la imagen recibiendo el culto y veneración de los molineses año tras año hasta 1930.

Año 1930: Un triste suceso.

Amaneció, en principio jubiloso el día 3 de septiembre de 1930, jubiloso porque Molina festejaba en esos días (del 1 al 5) sus ferias y fiestas. Nada hacía presagiar lo que pasaría por la tarde. Un voraz incendio se produjo en la Ermita del Carmen.

Copio parcialmente la diligencia que suscribió el Secretario de la Cofradía Orden Militar del Carmen Don Pedro Monterde.

“Diligencia para hacer constar que en la tarde del día 3 de septiembre de este año, sobre las cinco y media de la tarde se dio aviso por los vecinos de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, que había fuego. Reunido todo el vecindario para ver de extinguirlo todos los trabajos, fueron inútiles por cuanto la Virgen y el altar eran un montón de escombros y cenizas. En lo que fue cabeza de la Virgen se encontró un papel escrito en el que se decía que el escultor era Juan Ruiz Amador, natural de fuentelsaz, de este partido judicial y vecino de Madrid de …. (Está en blanco) años de edad; Celebrándose una gran función religiosa el año 1729, que fue cuando se colocó en el altar de la Ermita.

- El fuego se debió a que una piadosa mujer (cuyo nombre omito), vecina de Madrid, (sin duda gran devota), pidió la llave de la Ermita para hacerle una visita a la Virgen y dejó una vela encendida al salir, sin darse cuenta de nada de lo que pasaría”.

Hasta aquí, la transcripción de la diligencia antedicha.

Sobra decir que todo el pueblo de Molina quedó consternado y abatido pero lleno de fervor.-Con el fuego de la imagen ardieron, también, de amor los corazones de los molineses, con un amor que no se extingue.

El pueblo de Molina, la Hermandad del Carmen, con su Coronel-Jefe a la cabeza que entonces lo era Don Francisco Checa Martínez, el Ayuntamiento en Pleno, con su Alcalde Don Victoriano Martínez y el Obispado de Siguenza, todos, se unieron en el dolor de la tragedia y en los esfuerzos y gestiones para remediar sus daños y consecuencias.

En los días sucesivos se celebraron numerosas reuniones y Juntas para restaurar la Ermita y reponer su imagen. Destaco lo tratado en algunas de ellas.

Junta General Extraordinaria 7-Septiembre-1930. - Celebrada en la Sacristía de la Iglesia de San Gil bajo la presidencia del Coronel-Jefe D. Francisco Checa Martínez. Se trato ampliamente el siniestro y se trazaron las líneas generales a seguir, nombrándose para su cumplimiento una Comisión encabezada por el Coronel-Jefe e integrada por D. Santiago Vigil de Quiñones, D. Juan Arias Villanueva, D. Jesús González, D. Nicomedes Santamaría, D. Mariano Juana, D. Elías Palacios, D. Clemente Baltanás, D. Mariano Arauz y D. Pedro Monterde, comisión con las mas amplias facultades, para tratar con el Ayuntamiento, recaudar fondos y verificar toda clase de gestiones.- Consta también en el acta de esta Junta, el agradecimiento a la Compañía que actuaba en el teatro, con motivo de las ferias y fiestas, por la función dada a beneficio de las obras para la restauración de los daños del incendio.

Reunida la Comisión acuerda solicitar una entrevista con el Sr. Alcalde D. Victoriano Martínez.

15-septiembre-1930. - Reunión de la Comisión en la sala del Ayuntamiento, con el Sr. Alcalde el que se mostró absolutamente dispuesto a prestar su mayor colaboración. Entre otras cosas se acordó en esta reunión redactar un manifiesto para darlo a conocer al pueblo, dándose el encargo de su redacción a D. Miguel Abriat entonces Coronel Honorario del Ejército. Años después, sería el Capitán General de Valencia.

17-septiembre-1930. - Reunión de la Comisión en el Ayuntamiento bajo la presidencia del Sr. Alcalde.- Leído el manifiesto redactado por D. Miguel Abriat, es aprobado y se acuerda confeccionar 2.000 ejemplares para su distribución.- Por el ardor que encierra el manifiesto y por el valor histórico que encierra, no me resisto a transcribirlo textualmente.

¡MOLINESES.

El día 3 de septiembre fue un día de duelo para la Ciudad. La venerada imagen de nuestra Patrona, la Virgen del Carmen, quedó reducida a pavesas a consecuencia del incendio que se produjo en la ermita y del que todos vosotros fuisteis testigos presenciales.

No es momento de pensar en las causas del siniestro, si no para evitarlos en lo futuro, y aceptar el hecho como una prueba a que se somete nuestra fe, nuestra religiosidad y nuestra devoción.

El Ilmo. Ayuntamiento y la Hermandad Militar, estimando interpretar el sentir unánime de este pueblo, toma iniciativa para recaudar fondos necesarios al objeto de adquirir una nueva imagen y cuantos atributos y ornamentos sean indispensables para restablecer de nuevo el culto con mayor esplendor, si es posible, que hasta el presente.

Era la imagen de nuestros amores, venerada desde hace mas de dos centurias, hacia la que nos dirigiamos fervorosos en momentos de dolo y quebranto, la que nos alentaba en la lucha por la existencia, la que nos proporcionaba consuelo en nuestras penas; nuestro postrer pensamiento en la hora de la muerte.

Sois pueblo de glorioso abolengo, de brillante ejecutoria. Vuestras proezas cubren páginas completas de la Historia Patria. La Capital del Señorío deja tras de sí, hondas huellas de esplendor, de progresos, de sacrificio y de cultura, y habéis sido el faro tutelar a cuyo amparo se han acogido todos los pueblos que le integran.

Si sois amantes de vuestras tradiciones; si sentís el noble anhelo de todo cuanto sea grande, noble o generoso; si se cobija en vosotros la fé de vuestros mayores, que escribieron la gloriosa epopeya de la Reconquista y lucharon con tesón en la guerra de la Independencia; si sentís ese fervor religioso bajo cuya advocación se conquistó Granada se descubrió un Mundo y se triunfó sobre los turcos en Lepanto; debéis contribuir a medida de vuestras fuerzas, en la suscripción que iniciamos.

¡¡MOLINESES conservándoos fieles a las tradiciones de vuestros ascendientes, laborando por la Religión y las grandezas de la Ciudad, heréis Patria!!.

D.VICTORIANO MARTINEZ, ALCALDE-PRESIDENTE. D.LUIS MARTINEZ, TENIENTE-ALCALDE. D.HIDALGO LÓPEZ, CONCEJAL. D.FRANCISCO ITURBE, CONCEJAL. D.FRANCISCO CHECA, CORONEL VICE-PRESIDENTE. D.MIGUEL ABRIAT, CORONEL HONORARIO. D.SANTIAGO V. DE QUIÑONES, TENIENTE CORONEL. D.JUAN ARIAS, COMANDANTE. D.JESÚS GONZALEZ, CAPITAN CAJERO. D.NICOMEDES SANTAMARÍA, CAPELLÁN. D.MARIANO JUANA, DIPUTADO. D.PEDRO MONTERDE, SECRETARIO. D.MARIANO LÓPEZ, ARCIPRESTE Y PÁRROCO DE S.GIL. D.JUAN MORALES, PARROCO DE SAN MARTIN. D.ELÍAS PALCIOS, SACERDOTE. D.ELEUTERIO BALTANÁS, SARGENTO. D.MARIANO ARAUZ, SOLDADO Y DIRECTOR DE “LA VOZ DE MOLINA”.

El anterior manifiesto fue ampliamente difundido; fue publicado en el periódico local “La Voz de Molina” y distribuido a todo el vecindario. A estos efectos, en reunión de la Plana Mayor de 24 de septiembre de 1930 se procedió al nombramiento de diversas comisiones, de seis o siete personas cada una, integradas por personas mayores, mujeres y hombres, niñas y niños, encabezadas por personas importantes, encomendándose a cada comisión un barrio de la ciudad de forma que no quedase nadie sin recibir el manifiesto.

Continuaron las reuniones, unas en Junta General, otras en Juntas de la Plana Mayor; unas presididas por el Sr. Alcalde, otras por el Coronel-Jefe.

En la Junta de la Plana mayor celebrada en 13 de octubre de 1930, en casa del Coronel Jefe, este informó que había sido citado por el Juzgado ofreciéndole mostrarse parte en la causa instruida para el esclarecimiento del siniestro y reclamación de las consiguientes responsabilidades civiles, por el incendio de la imagen de la Virgen y enseres quemados en la Ermita del Carmen y daños de la misma, la Junta, por unanimidad acordó no mostrarse parte y renunciar a toda clase de indemnización, dado el origen del incendio, motivado por una mujer piadosa.

Muy importante fue la Junta General celebrada en 19 de octubre bajo la presidencia del Sr. Alcalde sus acuerdos principales fueron.

Confirmar la renuncia hecha en Junta anterior de la Plana Mayor.

Agradecer al Obispo su ayuda prestada.

Proceder al recuento de lo recaudado.

Encargar la confección de una nueva imagen de la Virgen al escultor de Valencia Don José Romero Tena, al que también se adjudicó la confección del altar de la ermita. Al ebanista D. Pedro Palacios se encargó la confección de las andas; y la realización de las obras de la Ermita se encargó al albañil Primitivo Hurtado.

Al escultor D. José Romero se le pidió que confeccionase la nueva imagen con la mayor similitud a la imagen incendiada facilitándole los datos necesarios.

En el mes de febrero de 1931 se le enviaron a Valencia las coronas guardadas de la Virgen y Niño para ajustarlas a la nueva imagen.

No consta exactamente cuando terminó el escultor la nueva imagen y cuando se recibió en Molina. Es de suponer que hubiese entonces gran alegría y entusiasmo, sobre todo al contemplar la belleza de la imagen y su similitud con la destruida por el incendio.

Sin embargo hay constancia fehaciente del primer culto público rendido a la nueva imagen porque fue acordado en Junta General de la Cofradía celebrada en 21 de junio de 1931, de la que se levantó Acta en la que consta lo siguiente.

“Se acuerda que el día 7 del próximo julio a las seis de la tarde sea la bendición de la nueva imagen (se presume que ya estaba en su Ermita), después la adoración de la misma por todos los Hermanos y una vez terminada se organice la procesión para su traslado a la Iglesia de San Gil para tener las fiestas acostumbradas”. -(Firma el Acta, como Secretario, Pedro Monterde).

¡Con qué gozo, alegría, fervor y devoción adorarían y venerarían los Hermanos y todo Molina la nueva imagen que sustituía, en menos de un año, la destruida por el incendio acaecido el 3 de septiembre de 1930.

En el mes citado de julio de 1931 se celebraron las fiestas conforme a lo acordado en la Junta según el Acta transcrita y se celebraron con todo esplendor, con el mismo esplendor con el que se viene celebrando año tras año, entre los días 7 a 17 de julio y en la Ermita está la imagen de Nuestra Señora del Carmen, recibiendo también año tras año y día a día la veneración de los Caballeros Cofrades, de los Molineses y de todos los amantes de la Virgen, la devoción más entrañable. Así debe ser y así es. Por algo establece el artículo primero de las Ordenanzas de esta Muy Antigua y Esclarecida Cofradía Orden Militar, reformadas y aprobadas en el año 1862 que “el primer objeto de esta Ilustre Hermandad Militar es tributar a su Titular y Patrona María Santísima del Carmen el culto más solemne que haya lugar..

Molina de Aragón, 15 de junio del año 2000.

El Coronel Jefe

Don: Jesús Arias Fuertes.